Autor
José María Luzón Nogué (dir.)
Características
542 páginas; 437 ilustraciones en color; rústica con solapas; 24 x 38 cm
Publicación
Español; publicado por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando con la colaboración del CEEH, la Fundación AXA Winterthur y Caja Murcia; 2007
ISBN
978-84-96406-15-5
Precio
48,08 €
Entre 1649 y 1651, Velázquez viajó a Italia con un encargo muy especial: comprar obras de arte para decorar el Alcázar de Madrid. El pintor sevillano era la persona de confianza de Felipe IV en Roma, centro internacional del arte durante el siglo XVII, donde recorrió las colecciones de las familias más importantes, como los Medici, los Ludovisi o los Borghese, y, sobre todo, las reunidas por los papas, desde Julio II hasta Inocencio X, en el Palacio del Belvedere del Vaticano.
Entre las piezas que Velázquez trajo a España –destinadas al Alcázar, donde se instalaron hasta el gran incendio que devastó el edificio en 1734– destacan esculturas que representan a Dionisos, Ariadna y Nióbide. La mayor parte de ellas son vaciados en yeso realizados en el siglo XVII por maestros italianos como Bonucelli, y hoy en día son un documento excepcional para conocer el estado en que se encontraban cuando las adquirió Velázquez. Todas ellas fueron profundamente transformadas en restauraciones posteriores, sobre todo en el siglo XVIII, lo que les da un extraordinario valor artístico, histórico y documental. Se reúnen por vez primera desde su dispersión en 1734.
La mayor parte de las esculturas son vaciados en yeso realizados en el siglo XVII por maestros italianos como Bonucelli. Hoy estas piezas son un documento excepcional para conocer el estado en que se encontraban cuando las adquirió Velázquez. Todas ellas fueron profundamente transformadas en restauraciones posteriores, sobre todo en el siglo XVIII, lo que les da un extraordinario valor artístico, histórico y documental. Se reúnen por vez primera desde su dispersión en 1734.
José María Luzón Nogué es catedrático de Arqueología en la Universidad Complutense de Madrid y académico de número de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Ha sido director general de Bellas Artes y Archivos, así como director del Museo Arqueológico Nacional y del Museo del Prado. Entre sus excavaciones destacan las llevadas a cabo en Itálica, ciudad sobre la que ha publicado importantes estudios.