El Zurbarán Centre (Durham University) anuncia los ganadores de las becas financiadas por el CEEH en la Spanish Gallery de Bishop Auckland
Xanthe Brooke, antigua conservadora de los National Museums de Liverpool, prepara un libro sobre la iconografía de Fernando III de Castilla como rey y santo en el mundo hispánico del siglo XVII. Su hipótesis de trabajo sobre el retrato de Murillo conservado en la Spanish Gallery es que fue concebido como una vera effigies. A partir de la iconografía bajomedieval y el estudio de los restos del rey en su tumba antes de las fiestas de 1671, el sevillano produjo una imagen de Fernando como santo de un sorprendente naturalismo. Murillo se apartaba así de la iconografía autorizada seguida por artistas anteriores como Francisco Zurbarán y Francisco Pacheco y contemporáneos como Juan de Valdés Leal y Pedro Roldán. El sevillano desoyó también las necesidades de las autoridades eclesiásticas, en particular de la catedral hispalense, y probablemente también de la casa de Austria, que buscaban una imagen de culto más «estereotípica», lo cual llevó a Murillo a pintar al menos otras dos más aceptables del santo, incidiendo en su papel religioso como intercesor celestial y monarca mediante una iconografía «cristológica» del rostro.
Piers Baker-Bates, investigador asociado visitante en la Open University de Londres, trabaja en un proyecto sobre las relaciones culturales entre Italia y España en los siglos XVI y XVII, partiendo de la base de que no se puede comprender la cultura visual del Imperio español, que alcanzó su momento álgido en esta época, sin tener en cuenta la experiencia italiana de artistas y mecenas. En la colección de la Spanish Gallery figuran obras de varios pintores fundamentales para este diálogo, empezando por Juan de Juanes –representado por una Sagrada Familia y una Crucifixión–, que tal vez no viajase nunca a Italia, pero que se vio influido por las obras de Sebastiano del Piombo presentes en su Valencia natal. Más cerca ya del siglo XVII, dos Magdalenas penitentes de Luis Tristán y Juan Bautista Maíno, así como un San Antonio de Padua de este último y una Anunciación de Orazio Borgianni encarnan a la perfección esta dinámica cultural en los años próximos a 1600. Se publicará una monografía sobre este grupo de obras como resultado de la beca de investigación.